En los tiempos antiguos las fortalezas eran aquellas construcciones que se levantaban con grandes muros para proteger a la ciudad de sus invasores. Cada ciudad con sus grandes murallas de piedra era garantía de seguridad para todos los que vivían rodeados por ellas.
Así como la gente se sentía segura viviendo dentro de aquellas fortalezas, puedes sentirte tú misma cuando depositas tu vida en las manos de Dios. Porque no vives rodeada de grandes murallas hechas por los hombres, sino que Dios mismo es la fortaleza que te rodea y te protege.
Si con las murallas de piedra te podrías sentir tan segura cuánto más al saber que las murallas de tu fortaleza es el gran Yo Soy. Esta es la verdadera seguridad y protección contra todos tus enemigos. Puedes vivir y respirar tranquila, confiando que Dios mismo es tu fortaleza protectora.
El salmista David decía: Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? (Salmos 27:1)
NO EXISTE MAYOR COBERTURA QUE LA QUE TE PUEDE DAR EL SEÑOR.
Jehová es mi fortaleza y mi escudo; En él confió mi corazón, y fui ayudado. (Salmos 28:7)
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