Cuando te acercas a Dios te alejas del pecado, y cuando te alejas de Dios te acercas peligrosamente al pecado. Siendo una hija de Dios, y habiendo conocido la santidad, te puedes ver envuelta en costumbres de los que no conocen a Dios y allí no serás feliz.
Una oveja y un cerdo reaccionan de manera diferente en el barro. Un cerdo que se mete en él gruñe de satisfacción y se enfada si intentan sacarlo y una oveja no va a estar feliz allí, porque no está en su sitio, va a luchar hasta que logre salir de él.
Alguien lejos de Dios está a punto de caer en el barro, a ensuciar sus ropas. Allí el Espíritu Santo le redargüirá. No está bien con Dios, pero tampoco estará bien en el mundo.
No necesitas hacer méritos para acercarte a Dios. Dios sabe que tú no puedes mejorarte a ti misma, ni tampoco acercarte a él cuando tu corazón está frío y duro.
Pero le puedes hablar sinceramente y decir lo que sientes. Dile que has pecado, que no puedes contigo misma, que si Él no te ayuda, estarás perdida. Dile todo lo que pasa en tu vida y pídele ayuda. La sangre de Jesus está de tu parte y el Abogado que tienes en los cielos defenderá tu causa. (1ª Juan 2:1).
Si lo haces con sinceridad, recibirás socorro.
Si dejas fuera de tu vida a Dios perderás la seguridad, el gozo y la paz que sólo Dios puede dar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario